Ciencia ciudadana

La ciencia ciudadana se puede definir como la investigación científica que se realiza gracias a la colaboración entre científicos y ciudadanos voluntarios.

En el ámbito de la biodiversidad son muy numerosas las actividades de ciencia ciudadana, particularmente las relacionadas con el registro de presencia de especies. Internet y la generalización del uso de dispositivos móviles como teléfonos y tabletas ha propiciado un gran desarrollo en las actividades de ciencia ciudadana, facilitando la participación de cualquier persona interesada.

Según el grado de implicación de los ciudadanos voluntarios se pueden distinguir diferentes tipos de proyectos, como por ejemplo los diseñados por científicos en los que los ciudadanos participan en la recogida de datos —proyectos contributivos—; proyectos estructurados por los científicos en los que se ofrece a los ciudadanos oportunidades y herramientas para participar en el diseño del proyecto, la recogida de datos y su análisis —proyectos de colaboración—; y proyectos en los que los ciudadanos participan en todas las etapas del proceso científico —proyectos co-creativos—. Así, LiquenCity es un proyecto contributivo.

La ciencia ciudadana permite a la sociedad avanzar en una mejor comprensión del entorno, de los servicios ecosistémicos o de los riesgos ambientales, y a menudo conlleva una mayor implicación en la conservación del entorno y la mejora de la salud ambiental por parte de los ciudadanos. Beneficia, por ello, tanto al colectivo científico como a la ciudadanía.

Los mensajes de los ciudadanos se transfieren de «abajo hacia arriba» de diferentes maneras: hacia sistemas centralizados, utilizando tecnologías de comunicación como las aplicaciones móviles —en nuestro caso Natusfera—, o poniendo en contacto a la ciudadanía con los gestores ambientales y los investigadores. Esto tiene implicaciones que van más allá de las puramente tecnológicas: constituyen un incremento de facto del poder de la sociedad, que puede comportar cambios en los modelos de gobernanza, especialmente en el ámbito de las políticas ambientales.

En Reino Unido se ha demostrado el poder de la ciencia ciudadana para detectar y cuantificar los impactos de la contaminación atmosférica en un amplio territorio, y específicamente para contribuir a entender mejor el comportamiento de los líquenes frente a diferentes contaminantes químicos.

 

RECURSOS
Bela G. et al., 2016. «Learning and the transformative potential of citizen science». Conservation Biology 30 (5): 990-998.
Casanovas P.; Lynch H.J. & Fagan W.F., 2014. «Using citizen science to estimate lichen diversity». Biological Conservation 171: 1-8.
Chandler M. et al., 2016. «Contribution of citizen science towards international biodiversity monitoring». Biological Conservation 213: 280-294
Jordan R.; Ballard H. & Phillips T., 2012. «Key issues and new approaches for evaluating citizen-science learning outcomes». Frontiers in Ecology and the Environment 10 (6): 307-309.
Pocock M.J. et al., 2017. «The diversity and evolution of ecological and environmental citizen science». PLoS One 12 (4): 1-17.
Silvertown J., 2009. «A new dawn for citizen science». Trends in Ecology & Evolution 24: 467-471.
Socientize & European Commission, 2014. Green Paper on Citizen Science. City of Brussels: Socientize & European Commission.
Tregidgo D.J.; West S.E. & Ashmore M.R., 2013. «Can citizen science produce good science? Testing the OPAL Air Survey methodology, using lichens as indicators of nitrogenous pollution». Environmental pollution 182: 448-451.